«Sus mentes izquierdistas y cegadas por las drogas eran demasiado prisioneras de sus utópicas fantasías como para ver la verdad ... Nunca hubieran aceptado que la única manera de alcanzar la paz duradera es a través del capitalismo. Son las corporaciones, no los gobiernos quienes cambian de verdad el mundo ...» (Bendix, el archienemigo de The Authority, en The Authority: Revolution 3).
Así que, tal y como dice Bendix, los de The Authority deben ser unos de esos «progres» a los que la derecha de nuestro país tiene tanta inquina y sobre los que hace tanta broma. A ver si resulta que los llamados «neocons» tienen un discurso tan pregnante que sólo puede hacérsele frente desde los cómics de superhéroes.
El caso es que tocan elecciones y, en los tiempos que corren, la ciudadanía manifiesta su desencanto -o, simplemente, su desinterés- no votando. Lo sorprendente es que a veces parece que cuando el votante está entusiasmado por ejercer el derecho de sufragio es sólo porque está cabreadísimo. Más incluso, odia a muerte al «enemigo». Aunque estemos crispados -unos más que otros, ciertamente- hay «diagnósticos» que coinciden. No es extraño oír a gentes de aparentemente diversa condición (educativa, social, económica, ...) cosas tales como «todos los políticos son iguales», «lo que tenían que hacer es dejar de discutir y resolver los problemas». A nadie se le escapará que por esas declaraciones populistas se cuela rápidamente el autoritarismo, el fanatismo, la irracionalidad, ...
En la historia de los cómics de superhéroes la tentación -fascista- de superar la política siempre ha estado presente (al menos en las de los superhéroes de los U.S.A., desconozco cómo estaba el tema en los países del bloque soviético. ¿Habrá cómics de superhéroes?); en algunos casos más que en otros, claro, en función de los tiempos. El Capitán América sería el paradigma de todo esto. A mi, por otra parte, nunca me gustó mucho. El traje me parecía un poco ridículo. Aunque bien mirado, hablar de trajes ridículos de superhéroes ... pues en fin.
Lo raro es que a pesar de los descomunales superpoderes de que gozan, estos personajes no hayan tomado nunca las riendas del gobierno para así resolver todos nuestros problemas: acabarían con los malos, resolverían las injusticias del mundo y hasta los problemas mediambientales podrían ser cosa del pasado. Conan el bárbaro terminó sus días como rey (y hasta con un hijo y heredero); pero no es lo mismo ser rey de unas tierras salvajes que gobernar en un país democrático. Y además, lo de Conan no tenía mucho que ver con LA justicia; si acaso con SU justicia. Pensándolo bien, ese es el rasgo que caracteriza a todos los superhéroes, tanto del cómic como del cine hollywodense: su elevada idea de la justicia (el fin) que les llevaba a verdaderas masacres para conseguirla (los medios). Por eso siempre se han inclinado más hacia la moral (y la moralina y el afán moralizante) que hacia la política. Su terreno ha sido más el de las relaciones entre individuos que las relaciones colectivas y sus valores. Yo no recuerdo a ningún superhéroe metido en la «política real» hasta que muy recientemente he leído Ex-Machina y The Authority. Del primero (más interesante como político que estos de The Authority, la verdad) otro día comentaré algo . No obstante, The Authority me parece uno de los cómics de superhéroes más impactantes que he leído. Tanto que me he convertido en un fan absoluto, con los perjuicios que ello conlleva para mi economía.
Los dibujantes han ido cambiando del primer recopilatorio al segundo y tercer «arco argumental» hasta el más reciente: The Authority: Revolution. Empezó Bryan Hitch, siguieron varios, de los que yo destacaría a Frank Quitely y en la última de las entregas traducidas hasta ahora el dibujo corre de la cuenta, de Dustin Nguyen. Tengo que reconocer que mi favorito es Quitely, aunque Dustin Nguyen responsable de The Authority: Revolution tiene un aire que recuerda un tanto a Mike Mignola. Glen Fabry, el responsable grafico de The Authority: Kev también tiene un gran atractivo. Es el dibujante de Predicador. En esta historia (The Authority. Kev) el guión de Garth Ennis es desternillante: hasta aparece como elemento clave de la trama un alto cargo del gobierno con las mismas aficiones que aquel embajador israelí en El Salvador. Este del cómic es, además, un alienígena. Que el protagonista, Kev, miembro de los servicios de inteligencia británicos, sea un patán descerebrado, dice mucho de cómo se toman los cómics ingleses a las «cloacas» de su estado. Si a ello le añadimos que el amigo Kev se dedica a liquidar terroristas norirlandeses, casi tan descerebrados como él, tendremos un claro indicio de la irónica visión que el guionista Garth Ennis tenía del «proceso» irlandés. A lo mejor por eso ha terminado bien. Aquí en cambio somos más serios ... y ya se ve cómo nos va.
Todos los dibujantes tienen en común un estilo realista y muy espectacular, de un tremendo atractivo visual. El guión original es de Warren Ellis (del que estoy esperando ahora que me llegue Planetary, por cierto), pero, al igual que los dibujantes, también los guionistas han ido cambiando. En la segunda entrega fue Mark Millar y el de The Authority Revolution es Ed Brubaker.
Seguramente una de las claves del buen resultado de The Authority está en los personajes que aparecen; unos superhéroes bastante atípicos. Midnighter, cuyo poder es la capacidad de haber previsto todos los posibles escenarios de una pelea (o una batalla) antes de que se produzca, lo que le da una tremenda ventaja sobre sus enemigos. Es gay y forma pareja con Apollo. Ambos serán los padres de otra de las superheroínas del grupo, Jenny Sparks (que encarna nada menos que el espíritu del siglo XX y, luego, el del XXI; además de poder hacer casi cualquier cosa) que tras la primera entrega «morirá» y se reencarnará en una peligrosísima adolescente. Todo ello supongo que encaja dentro de lo que se suele denominar «familia desestructurada», especialmente si tenemos en cuenta que la niña es la más poderosa del grupo y bastante malhablada. Imagino que aquí, en Asturias, los padres pedirían socorro al Gobierno regional para que se ocupara de la criatura. Apollo toma su poder del sol (con ese nombre era previsible). Jack Hawksmoor es un héroe «urbano», dado que toma su poder de las ciudades y puede hacer que el urbanismo le ayude: los edificios, las calles, los parques y jardines ... le obedecen. La verdad es que esto no sorprenderá mucho en la España de hoy. Por lo que se va sabiendo últimamente hay mucha gente a quien también «obedece» el urbanismo (aunque en otro sentido al de Hawksmoor y sin tanta gracia). Shen Li-Min vuela. Y también «vuela» El Doctor, un yonki (o ex-yonki, según la entrega) que representa la magia, la sucesión de todos los chamanes que han pisado la tierra y que recoge sus poderes. Y hay un «personaje» fundamental que no es humano (o que es menos humano que estos, quiero decir), El Transporte, la nave que sirve de vivienda (si se puede usar esta expresión para un aparato de kilómetros de extensión) y cuartel general de The Authority; pero que además toma decisiones y controla las entradas y salidas entre las diferentes dimensiones por las que transitan nuestros héroes. Su expresión «¡Puerta!» para abrir el paso a cualquier lugar del planeta o a cualquier tiempo o espacio distintos, es una de las señas de identidad de la serie. Porque nuestros héroes se mueven en espacios multidimensionales y a través de diferentes tiempos. E incluso nos podremos encontrar con diferentes «versiones» del mismo personaje habitando espacios multitemporales ... y no hace falta tomar nada.
Volviendo a la política, en el tercer arco argumental el grupo ha tomado el poder en los U.S.A, nada menos. Tiene que enfrentarse a los representantes de la mayoría moral, que, por cierto, mantienen ideas muy propias de la actual presidencia de los U.S.A. (en esto el cómic se ajusta a la realidad) y resolver, de paso, un enfrentamiento con su anterior archienemigo, Bendix, que les conoce tan bien, que podrá jugar en su propio terreno y ponerles las cosas bastante difíciles, con la ayuda de unos superhéroes americanos ya jubilados, que parecen sacados de la Asociación Nacional del Rifle.
Eso sí, el Despacho Oval sigue siendo un lugar que invita a realizar prácticas de sexo oral, aunque Hawksmoor, el sujeto paciente, se pregunta de dónde podrían sacar tiempo para tales cosas Kennedy o Clinton, con el lío que supone esto de gobernar.Un cómic divertido, con pinceladas de crítica sociopolítica teñidas de humor ... Con múltiples desarrollos paralelos (como el del personaje Kev o el de Jenny Sparks), no siempre con el mismo nivel de calidad, la verdad, The Authority se ha convertido ya en uno de los cómics de superhéroes imprescindibles.
En fin, ante la falta de rumbo de la izquierda (La France dixit), ¿serán los de The Authority el referente ideológico? Trajes vistosos ya tienen y la parte de «nueva entidad familiar», que es como denomina el PSOE a los grupos de personas que vivimos bajo un mismo techo -al menos en los sobres de propaganda electoral-, también. A ver qué pasa ...
El caso es que tocan elecciones y, en los tiempos que corren, la ciudadanía manifiesta su desencanto -o, simplemente, su desinterés- no votando. Lo sorprendente es que a veces parece que cuando el votante está entusiasmado por ejercer el derecho de sufragio es sólo porque está cabreadísimo. Más incluso, odia a muerte al «enemigo». Aunque estemos crispados -unos más que otros, ciertamente- hay «diagnósticos» que coinciden. No es extraño oír a gentes de aparentemente diversa condición (educativa, social, económica, ...) cosas tales como «todos los políticos son iguales», «lo que tenían que hacer es dejar de discutir y resolver los problemas». A nadie se le escapará que por esas declaraciones populistas se cuela rápidamente el autoritarismo, el fanatismo, la irracionalidad, ...
En la historia de los cómics de superhéroes la tentación -fascista- de superar la política siempre ha estado presente (al menos en las de los superhéroes de los U.S.A., desconozco cómo estaba el tema en los países del bloque soviético. ¿Habrá cómics de superhéroes?); en algunos casos más que en otros, claro, en función de los tiempos. El Capitán América sería el paradigma de todo esto. A mi, por otra parte, nunca me gustó mucho. El traje me parecía un poco ridículo. Aunque bien mirado, hablar de trajes ridículos de superhéroes ... pues en fin.
Lo raro es que a pesar de los descomunales superpoderes de que gozan, estos personajes no hayan tomado nunca las riendas del gobierno para así resolver todos nuestros problemas: acabarían con los malos, resolverían las injusticias del mundo y hasta los problemas mediambientales podrían ser cosa del pasado. Conan el bárbaro terminó sus días como rey (y hasta con un hijo y heredero); pero no es lo mismo ser rey de unas tierras salvajes que gobernar en un país democrático. Y además, lo de Conan no tenía mucho que ver con LA justicia; si acaso con SU justicia. Pensándolo bien, ese es el rasgo que caracteriza a todos los superhéroes, tanto del cómic como del cine hollywodense: su elevada idea de la justicia (el fin) que les llevaba a verdaderas masacres para conseguirla (los medios). Por eso siempre se han inclinado más hacia la moral (y la moralina y el afán moralizante) que hacia la política. Su terreno ha sido más el de las relaciones entre individuos que las relaciones colectivas y sus valores. Yo no recuerdo a ningún superhéroe metido en la «política real» hasta que muy recientemente he leído Ex-Machina y The Authority. Del primero (más interesante como político que estos de The Authority, la verdad) otro día comentaré algo . No obstante, The Authority me parece uno de los cómics de superhéroes más impactantes que he leído. Tanto que me he convertido en un fan absoluto, con los perjuicios que ello conlleva para mi economía.
Los dibujantes han ido cambiando del primer recopilatorio al segundo y tercer «arco argumental» hasta el más reciente: The Authority: Revolution. Empezó Bryan Hitch, siguieron varios, de los que yo destacaría a Frank Quitely y en la última de las entregas traducidas hasta ahora el dibujo corre de la cuenta, de Dustin Nguyen. Tengo que reconocer que mi favorito es Quitely, aunque Dustin Nguyen responsable de The Authority: Revolution tiene un aire que recuerda un tanto a Mike Mignola. Glen Fabry, el responsable grafico de The Authority: Kev también tiene un gran atractivo. Es el dibujante de Predicador. En esta historia (The Authority. Kev) el guión de Garth Ennis es desternillante: hasta aparece como elemento clave de la trama un alto cargo del gobierno con las mismas aficiones que aquel embajador israelí en El Salvador. Este del cómic es, además, un alienígena. Que el protagonista, Kev, miembro de los servicios de inteligencia británicos, sea un patán descerebrado, dice mucho de cómo se toman los cómics ingleses a las «cloacas» de su estado. Si a ello le añadimos que el amigo Kev se dedica a liquidar terroristas norirlandeses, casi tan descerebrados como él, tendremos un claro indicio de la irónica visión que el guionista Garth Ennis tenía del «proceso» irlandés. A lo mejor por eso ha terminado bien. Aquí en cambio somos más serios ... y ya se ve cómo nos va.
Todos los dibujantes tienen en común un estilo realista y muy espectacular, de un tremendo atractivo visual. El guión original es de Warren Ellis (del que estoy esperando ahora que me llegue Planetary, por cierto), pero, al igual que los dibujantes, también los guionistas han ido cambiando. En la segunda entrega fue Mark Millar y el de The Authority Revolution es Ed Brubaker.
Seguramente una de las claves del buen resultado de The Authority está en los personajes que aparecen; unos superhéroes bastante atípicos. Midnighter, cuyo poder es la capacidad de haber previsto todos los posibles escenarios de una pelea (o una batalla) antes de que se produzca, lo que le da una tremenda ventaja sobre sus enemigos. Es gay y forma pareja con Apollo. Ambos serán los padres de otra de las superheroínas del grupo, Jenny Sparks (que encarna nada menos que el espíritu del siglo XX y, luego, el del XXI; además de poder hacer casi cualquier cosa) que tras la primera entrega «morirá» y se reencarnará en una peligrosísima adolescente. Todo ello supongo que encaja dentro de lo que se suele denominar «familia desestructurada», especialmente si tenemos en cuenta que la niña es la más poderosa del grupo y bastante malhablada. Imagino que aquí, en Asturias, los padres pedirían socorro al Gobierno regional para que se ocupara de la criatura. Apollo toma su poder del sol (con ese nombre era previsible). Jack Hawksmoor es un héroe «urbano», dado que toma su poder de las ciudades y puede hacer que el urbanismo le ayude: los edificios, las calles, los parques y jardines ... le obedecen. La verdad es que esto no sorprenderá mucho en la España de hoy. Por lo que se va sabiendo últimamente hay mucha gente a quien también «obedece» el urbanismo (aunque en otro sentido al de Hawksmoor y sin tanta gracia). Shen Li-Min vuela. Y también «vuela» El Doctor, un yonki (o ex-yonki, según la entrega) que representa la magia, la sucesión de todos los chamanes que han pisado la tierra y que recoge sus poderes. Y hay un «personaje» fundamental que no es humano (o que es menos humano que estos, quiero decir), El Transporte, la nave que sirve de vivienda (si se puede usar esta expresión para un aparato de kilómetros de extensión) y cuartel general de The Authority; pero que además toma decisiones y controla las entradas y salidas entre las diferentes dimensiones por las que transitan nuestros héroes. Su expresión «¡Puerta!» para abrir el paso a cualquier lugar del planeta o a cualquier tiempo o espacio distintos, es una de las señas de identidad de la serie. Porque nuestros héroes se mueven en espacios multidimensionales y a través de diferentes tiempos. E incluso nos podremos encontrar con diferentes «versiones» del mismo personaje habitando espacios multitemporales ... y no hace falta tomar nada.
Volviendo a la política, en el tercer arco argumental el grupo ha tomado el poder en los U.S.A, nada menos. Tiene que enfrentarse a los representantes de la mayoría moral, que, por cierto, mantienen ideas muy propias de la actual presidencia de los U.S.A. (en esto el cómic se ajusta a la realidad) y resolver, de paso, un enfrentamiento con su anterior archienemigo, Bendix, que les conoce tan bien, que podrá jugar en su propio terreno y ponerles las cosas bastante difíciles, con la ayuda de unos superhéroes americanos ya jubilados, que parecen sacados de la Asociación Nacional del Rifle.
Eso sí, el Despacho Oval sigue siendo un lugar que invita a realizar prácticas de sexo oral, aunque Hawksmoor, el sujeto paciente, se pregunta de dónde podrían sacar tiempo para tales cosas Kennedy o Clinton, con el lío que supone esto de gobernar.Un cómic divertido, con pinceladas de crítica sociopolítica teñidas de humor ... Con múltiples desarrollos paralelos (como el del personaje Kev o el de Jenny Sparks), no siempre con el mismo nivel de calidad, la verdad, The Authority se ha convertido ya en uno de los cómics de superhéroes imprescindibles.
En fin, ante la falta de rumbo de la izquierda (La France dixit), ¿serán los de The Authority el referente ideológico? Trajes vistosos ya tienen y la parte de «nueva entidad familiar», que es como denomina el PSOE a los grupos de personas que vivimos bajo un mismo techo -al menos en los sobres de propaganda electoral-, también. A ver qué pasa ...