Civil War 1. Mark Millar (Guión) y Steve McNiven (Dibujo), Panini Cómics, junio de 2007
El mundo de los cómics de superhéroes se encuentra en estado de ebullición. En las publicaciones de la DC Cómics (Batman, Superman, Linterna Verde, Flash, ...) se anuncia el Mayor Evento que presenciará el mundo del cómic, la Crisis Infinita, donde todos los héroes de DC aparecen envueltos en conflictos venganzas, ... donde de lo que se trata es de relacionar las diferentes publicaciones de superhéroes de la casa. Algo así no podía dejar indiferente a la competencia, la Marvel. La idea no es nueva. En el pasado los héroes de la Marvel se habían encontrado, habían peleado y se habían hecho amigos, enfrentándose juntos contra los malos. En Civil War se plantea un enfrentamiento entre los superhéroes Marvel (Spiderman, la Patrulla X, Los 4 Fantásticos, el Capitán América, Namor, ...) a causa de la propuesta de una ley que pretende eliminar las identidades secretas de los superhéroes y que estos pasen a ser algo así como funcionarios del gobierno (representado por SHIELD, la agencia que dirigía Nick Fury). Como era de esperar por el título, los superhéroes acabarán enfrentados: los que están a favor de la medida, con el Hombre de Hierro a la cabeza, y los que están en contra, liderados por el Capitán América. Un dibujo impactante y un guión entretenido y, creo yo, sin tantas filigranas como Crisis Infinita. A ver qué da de sí. Eso sí, estamos ante una estrategia comercial que pretende provocar el renacimiento de los cómics de superhéroes vinculando casi todas las series de la editorial a la trama de Civil War. Sólo hay que ver la Civil War checklist (aparece en cada número de Civil War) para darse cuenta de cuánta pasta quiere Marvel que nos preparemos a desembolsar.Planetary, John Cassaday (dibujo) y Warren Ellis (guión), Norma Editorial, 2007; y X-Men. Astonishing, también de Cassaday y de Joss Whedon (guión), Panini Cómics, 2007.
Acabo de comprar Planetary y también uno de los X-Men. Astonishing dibujados ambos por Cassaday. La verdad es que es un dibujante magnífico. La pureza de sus líneas y su manejo del color son estupendos. Para mí irresistibles. Si, en el caso de Planetary, le añadimos un guionista de la talla de Warren Ellis, el de The Authority o Transmetropolitan, la combinación da un resultado de tal calidad que no diré más hasta un próximo comentario en el que incluya más imágenes.Warblade. El filo de la navaja, de Simon Bisley (dibujo) y John Ridley (guión), Norma Editorial, 2007.
Y finalmente, lo último de Simon Bisley. Un dibujante británico de estilo inconfundible: anatomías poderosas y rostros caricaturescos. Se le ha comparado con Corben, aunque, la verdad es que su dibujo carece de la ternura del norteamericano. Bisley es sobre todo el autor de Slaine. Una obra maestra de la ilustración en la que se cuenta una historia de la mitología celta. Y también es el responsable de varios números de Lobo, posiblemente uno de los cómics más bestias y sangrientos de los últimos tiempos. Vamos que Bisley es uno de esos autores que entrarían en cualquier lista de responsables últimos de la violencia juvenil. Digamos que no es un cómic que yo dejara a la vista de mis hijos. Sin embargo, tanto en Lobo, como en Bad Boy, hay un humor negro que contribuye a colocar esa violencia en el plano en el que Bisley la sitúa: una especie de catarsis de sangre y miembros rotos. Pero en Warblade ese humor no existe. El guión es una historia patética de un perdedor, Warblade, un extraño alienígena con poderes parecidos a Lobezno: su cuerpo puede desarrollar sus manos hasta convertir sus dedos en peligrosas cuchillas. El escenario: la posguerra en la antigua Yugoslavia. Warblade se convertirá en un alcohólico al que le han amputado las manos y que trataba de conjurar sus demonios particulares a través de la pintura. Un dibujo impactante al servicio de una historia que realmente resulta poco cómoda y que a pocos les apetecerá releer.
Como he vuelto a leer cómics tenía que contárselo a alguien. Y la gente que frecuento no considera que este sea un tema de conversación digno.
jueves, 14 de junio de 2007
domingo, 3 de junio de 2007
Libros de ocasión y ... ¡Richard Corben! Entre otras sorpresas
Como cada principio de junio nos llega la feria del libro antiguo y de ocasión. Además de lo habitual hay en algunos de los puestos una buena provisión de cómics. Y, rebuscando entre ellos, para mi sorpresa y alegría me encuentro con ¡dos álbumes de Richard Corben! Se trata, por un lado, del primer volumen de las Obras completas de Corben que hace años publicó Toutain Editor, Jeremy Brood (del año 1984) y el otro es la tercera entrega de Den, Den 3. Hijos del fuego, publicado en 1992. Seguramente a quien no haya sido aficionado a los cómics a finales de los años 70 y primeros 80 es posible que el nombre de Richard Corben no le diga mucho. En España, Corben llegó sobre todo de la mano de la revista 1984, publicada por el citado Toutain que comenzó a publicarla en 1979. Con ese título, alusivo a la obra de George Orwell, era evidente la apuesta de la revista por los cómics de ciencia ficción para adultos («Revista de fantasía y ciencia ficción para adultos» decía su portada sobre el título).
También hay que decir que en aquélla época los «cómics» no existían. Sólo se hablaba de «tebeos» (e incluso de «chistes») para referirse a cualquier publicación con viñetas, de las que por supuesto había muchas. En aquél momento Toutain apostó por un cómic para adultos que no tuviese contenido político (como lo tenían El Papus o El Jueves, que se venían publicando desde el año 1972 y 1977 respectivamente). 1984 apostó por el cómic norteamericano -con algunos autores españoles- fundamentalmente. Por la misma época también se publicaba Tótem, la otra revista de cómics «de referencia» en esa misma época, que, a diferencia de la de Toutain, publicaba sobre todo cómic europeo. Ambas revisas aguantaron bastante bien hasta mediada la década de los 80, luego prácticamente dejaron de existir, junto con muchas otras publicaciones, a finales de esa década y comienzos de los 90. Llegado el año 1984 alguien pensó que no tenía mucho sentido mantener un título que ya no apuntaba al futuro sino al pasado y la cabecera se cambió por la de «Zona 84». Tengo un vago recuerdo de que se planteó una especie de encuesta entre los lectores de 1984, no estoy seguro. Por su parte, Tótem sobrevivió durante un tiempo como revista «de tías», publicando ilustraciones e historietas eróticas, y hasta fotos de muchachas en cueros. Triste agonía para la publicación que había acogido a los Moebius, Druillet, Crepax, ... y tantos magníficos autores de historietas europeos.
Yo, que por aquéllos años tenía ya un «fondo de biblioteca» de cómics notable, fundamentalmente de la Marvel aunque también había montones de El Capitán Trueno, El Corsario de Hierro -uno de mis personajes favoritos de siempre-, etc. recibí los primeros números de la revista 1984 con una fascinación difícil de describir. Santiago Mayo, artista él, apareció con el primer y segundo números y yo corrí a por el tercero (o el cuarto, no recuerdo bien). Las portadas eran espectaculares. La revista era casi toda en blanco y negro menos las cuatro páginas centrales, a todo color. En esas cuatro páginas de los primeros números aparecía Mundo Mutante de un dibujante llamado Richard Corben y con guión de Jan Strnad (a saber como se pronunciaba y se pronuncia, esto). Me pasaba horas leyendo y releyendo y mirando y remirando aquéllos impresionantes dibujos. Con unos personajes en los que Corben mostraba una perfección técnica en el dibujo de las anatomías que yo pocas veces había visto. Y que combinaba con un tratamiento casi caricaturesco de los rostros. A la vez, los escenarios de ruinas y destrucción por los que se movían esos personajes eran increíblemente detallistas, pero también tenían una gracia y soltura de apariencia falsamente infantil. En fin, me fui para Oviedo a buscar los números que me faltaban y allí entré por primera vez en la Librería La Palma. Nunca habría sospechado que pudiera existir un lugar semejante ¡había montones de cómics por todas partes! Por supuesto me compré los números que me faltaban y me quedé enganchado a todo lo que publicaba Toutain. Empecé a dejar la Marvel y a Trueno y Sigrid de Thule y los cambié por Dimento, Den, Josep María Beá, o, en el Totem, El Garaje Hermético, la Valentina de Crepax, y demás. En fin, lo que es crecer.
Dejé de saber de Corben con la propia «crisis» del mundo del cómic, prácticamente hasta que en el 2003 me compré La casa en el confín de la Tierra, después, con la vuelta a la compra de cómics, he buscado otras cosas y tengo por aquí su Aliens Alchemy, Banner (en una edición bastante poco cuidada de cómics Forum), Bigfoot, Hellboy. Makoma, y un Hellblazer de entre lo más recientemente publicado en España. De todas formas, en todos ellos Corben es responsable del dibujo, no del color ni tampoco del guión. Y seguramente, si algo impresiona de Corben es su manejo del color. Quien en estos tiempos de Photoshop y Painter se asoma a Den o Mundo Mutante no puede menos que sorprenderse ante una obra previa a todo lo digital.En cuanto a las historias de Corben, creo que hay algunos rasgos característicos que permiten hablar de un «mundo Corben». Uno de los rasgos que para mi define a Richard Corben es la ternura con la que trata a sus personajes más monstruosos. Una ternura que seguramente le venga de su época underground. Uno de los álbumes que Ediciones la Cúpula sacó allá por el 1979 (y que por suerte todavía conservo) recopilando historias cortas de ese período underground de Corben, llevaba por título Corben o la ternura del monstruo. Desde entonces Corben ha seguido manteniendo en sus historias una crítica a todo poder opresor, y fundamentalmente al poder de las religiones, que a veces es derrotado por una suerte de Destino que acabará impartiendo justicia. Añadamos a estos rasgos la querencia por las historias situadas en escenarios «postapocalípticos» o «postholocausto», querencia que comparte con algunos de los guionistas con los que ha trabajado, especialmente con el ya citado Jan Strnad (en Mundo Mutante y también en Jeremy Brood). Hasta tal punto es esto así que situó su adaptación de la obra de Robert E. Howard, El valle del gusano (otra de las joyas de mi pequeña biblioteca Corben, publicada por Toutain en 1981), en un escenario posterior a una gran catástrofe radiactiva que habría devuelto a la humanidad a un estadio primitivo. Y, por último, el humor. Un humor inteligente, a veces teñido de amargura pero que también en ocasiones lleva a más que una sonrisa. Me dejo otra de las señas de identidad de Richard Corben, esta vez de su estética. Me refiero a los cuerpazos que aparecen en sus historias, alejados del canon de Policleto y más cercanos a Muscle Man y el Playboy. Esos hombres descomunales y esas mujeres increíbles son sin duda uno de los rasgos más identificables de la «estética corbeniana».
No hace mucho pudimos volver a disfrutar de un Corben «total» gracias a la publicación que la editorial Planeta de Agostini viene haciendo en la colección que llama Solo en la que se invita a un autor de cómics a que haga poco menos que lo que le parezca, con estupendos resultados como era de esperar. El segundo número de esa colección estaba dedicado a Corben, que nos deleita con varias historias a todo color (su color) donde podemos volver a ver la potencia de su dibujo, el dinamismo de sus páginas y todos esos rasgos que caracterizan sus historias.
Creo que somos muchos los seguidores de Corben. Algunos están haciendo un gran trabajo de recopilación de noticias y páginas entre los que destaca del trabajo del autor de La leyenda de Richard Corben, un blog que merece la pena seguir (y no como este, dicho sea sin falsa modestia).
Termino con otra estupenda adquisición de la feria del libro de ocasión: N.Y. City. The Big City, de Will Eisner y también publicado por Toutain. Una maravilla de escenas de ese Nueva York que tan bien ha sabido reflejar Eisner.
Creo que tendré que darme otra vuelta y a lo mejor agarro alguno de los Lobos que aparecen en la foto de arriba. O ese libro sobre Conan. A ver que encuentro.
También hay que decir que en aquélla época los «cómics» no existían. Sólo se hablaba de «tebeos» (e incluso de «chistes») para referirse a cualquier publicación con viñetas, de las que por supuesto había muchas. En aquél momento Toutain apostó por un cómic para adultos que no tuviese contenido político (como lo tenían El Papus o El Jueves, que se venían publicando desde el año 1972 y 1977 respectivamente). 1984 apostó por el cómic norteamericano -con algunos autores españoles- fundamentalmente. Por la misma época también se publicaba Tótem, la otra revista de cómics «de referencia» en esa misma época, que, a diferencia de la de Toutain, publicaba sobre todo cómic europeo. Ambas revisas aguantaron bastante bien hasta mediada la década de los 80, luego prácticamente dejaron de existir, junto con muchas otras publicaciones, a finales de esa década y comienzos de los 90. Llegado el año 1984 alguien pensó que no tenía mucho sentido mantener un título que ya no apuntaba al futuro sino al pasado y la cabecera se cambió por la de «Zona 84». Tengo un vago recuerdo de que se planteó una especie de encuesta entre los lectores de 1984, no estoy seguro. Por su parte, Tótem sobrevivió durante un tiempo como revista «de tías», publicando ilustraciones e historietas eróticas, y hasta fotos de muchachas en cueros. Triste agonía para la publicación que había acogido a los Moebius, Druillet, Crepax, ... y tantos magníficos autores de historietas europeos.
Yo, que por aquéllos años tenía ya un «fondo de biblioteca» de cómics notable, fundamentalmente de la Marvel aunque también había montones de El Capitán Trueno, El Corsario de Hierro -uno de mis personajes favoritos de siempre-, etc. recibí los primeros números de la revista 1984 con una fascinación difícil de describir. Santiago Mayo, artista él, apareció con el primer y segundo números y yo corrí a por el tercero (o el cuarto, no recuerdo bien). Las portadas eran espectaculares. La revista era casi toda en blanco y negro menos las cuatro páginas centrales, a todo color. En esas cuatro páginas de los primeros números aparecía Mundo Mutante de un dibujante llamado Richard Corben y con guión de Jan Strnad (a saber como se pronunciaba y se pronuncia, esto). Me pasaba horas leyendo y releyendo y mirando y remirando aquéllos impresionantes dibujos. Con unos personajes en los que Corben mostraba una perfección técnica en el dibujo de las anatomías que yo pocas veces había visto. Y que combinaba con un tratamiento casi caricaturesco de los rostros. A la vez, los escenarios de ruinas y destrucción por los que se movían esos personajes eran increíblemente detallistas, pero también tenían una gracia y soltura de apariencia falsamente infantil. En fin, me fui para Oviedo a buscar los números que me faltaban y allí entré por primera vez en la Librería La Palma. Nunca habría sospechado que pudiera existir un lugar semejante ¡había montones de cómics por todas partes! Por supuesto me compré los números que me faltaban y me quedé enganchado a todo lo que publicaba Toutain. Empecé a dejar la Marvel y a Trueno y Sigrid de Thule y los cambié por Dimento, Den, Josep María Beá, o, en el Totem, El Garaje Hermético, la Valentina de Crepax, y demás. En fin, lo que es crecer.
Dejé de saber de Corben con la propia «crisis» del mundo del cómic, prácticamente hasta que en el 2003 me compré La casa en el confín de la Tierra, después, con la vuelta a la compra de cómics, he buscado otras cosas y tengo por aquí su Aliens Alchemy, Banner (en una edición bastante poco cuidada de cómics Forum), Bigfoot, Hellboy. Makoma, y un Hellblazer de entre lo más recientemente publicado en España. De todas formas, en todos ellos Corben es responsable del dibujo, no del color ni tampoco del guión. Y seguramente, si algo impresiona de Corben es su manejo del color. Quien en estos tiempos de Photoshop y Painter se asoma a Den o Mundo Mutante no puede menos que sorprenderse ante una obra previa a todo lo digital.En cuanto a las historias de Corben, creo que hay algunos rasgos característicos que permiten hablar de un «mundo Corben». Uno de los rasgos que para mi define a Richard Corben es la ternura con la que trata a sus personajes más monstruosos. Una ternura que seguramente le venga de su época underground. Uno de los álbumes que Ediciones la Cúpula sacó allá por el 1979 (y que por suerte todavía conservo) recopilando historias cortas de ese período underground de Corben, llevaba por título Corben o la ternura del monstruo. Desde entonces Corben ha seguido manteniendo en sus historias una crítica a todo poder opresor, y fundamentalmente al poder de las religiones, que a veces es derrotado por una suerte de Destino que acabará impartiendo justicia. Añadamos a estos rasgos la querencia por las historias situadas en escenarios «postapocalípticos» o «postholocausto», querencia que comparte con algunos de los guionistas con los que ha trabajado, especialmente con el ya citado Jan Strnad (en Mundo Mutante y también en Jeremy Brood). Hasta tal punto es esto así que situó su adaptación de la obra de Robert E. Howard, El valle del gusano (otra de las joyas de mi pequeña biblioteca Corben, publicada por Toutain en 1981), en un escenario posterior a una gran catástrofe radiactiva que habría devuelto a la humanidad a un estadio primitivo. Y, por último, el humor. Un humor inteligente, a veces teñido de amargura pero que también en ocasiones lleva a más que una sonrisa. Me dejo otra de las señas de identidad de Richard Corben, esta vez de su estética. Me refiero a los cuerpazos que aparecen en sus historias, alejados del canon de Policleto y más cercanos a Muscle Man y el Playboy. Esos hombres descomunales y esas mujeres increíbles son sin duda uno de los rasgos más identificables de la «estética corbeniana».
No hace mucho pudimos volver a disfrutar de un Corben «total» gracias a la publicación que la editorial Planeta de Agostini viene haciendo en la colección que llama Solo en la que se invita a un autor de cómics a que haga poco menos que lo que le parezca, con estupendos resultados como era de esperar. El segundo número de esa colección estaba dedicado a Corben, que nos deleita con varias historias a todo color (su color) donde podemos volver a ver la potencia de su dibujo, el dinamismo de sus páginas y todos esos rasgos que caracterizan sus historias.
Creo que somos muchos los seguidores de Corben. Algunos están haciendo un gran trabajo de recopilación de noticias y páginas entre los que destaca del trabajo del autor de La leyenda de Richard Corben, un blog que merece la pena seguir (y no como este, dicho sea sin falsa modestia).
Termino con otra estupenda adquisición de la feria del libro de ocasión: N.Y. City. The Big City, de Will Eisner y también publicado por Toutain. Una maravilla de escenas de ese Nueva York que tan bien ha sabido reflejar Eisner.
Creo que tendré que darme otra vuelta y a lo mejor agarro alguno de los Lobos que aparecen en la foto de arriba. O ese libro sobre Conan. A ver que encuentro.
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