Guión: Jan Strnad
Dibujo: Richard Corben
Norma Editorial, abril 2013
Un castillo que no es sólo piedra, sino un extraño ser vivo que cuando no le gusta lo que oye o ve decide acabar con los visitantes molestos. En este caso el supuesto tío de Herbert, heredero del castillo de Ragemoor y su también supuesta hija, la exuberante Anoria, junto con otros cuantos personajes más. El padre del actual señor del castillo se ha vuelto loco y vaga desnudo por las cambiantes estancias de la fortaleza. El personaje de Bodrick, el sirviente, es también una caja de sorpresas y con una papel fundamental en la trama. Averiguará que ni el tío es tío ni la sobrina sobrina, sino
un estafador (y su cómplice) que quiere hacerse con la propiedad. No sabe dónde se ha metido. En realidad el castillo es un ser procedente de más allá de las estrellas y del tiempo, en perpetua lucha con otras razas alienígenas con forma de ... gusanos. Así que Ragemoor no era tan malo como nos parecía, sino el salvador de nuestra especie y guardián del planeta. Así tenemos todos los elementos tan queridos a Corben y a Strnad, que rinden homenaje a Poe y a Lovecraft, más a este último. El desenlace será totalmente Corben ...o Strnad, que ya es difícil distinguir*. Los malos tendrán un castigo acorde con las dimensiones de su hybris y los buenos ...la verdad es que no lo van a pasar mucho mejor, qué se le va a hacer. Si el guión nos impide despegarnos de la lectura, arrastrados por una trama sorprendente, el dibujo de Corben es una vuelta a la espectacularidad de su mejor blanco y negro (¡y grises!). De unas magníficas tramas iniciales llegaremos a un blanco y negro que recuerda al mejor Corben de su época underground. En fin, el Corben de siempre ... o mejor.
*La primera obra que disfruté de estos dos genios fue su Mundo Mutante, que la revista 1984 publicó por entregas en sus páginas centrales, allá por 1978 o 1979. Desde entonces ya no he podido quitarme de Corben ni de Strand. Juntos o por partes.